Una de las más productivas joyas o virtudes de la conciencia, es sin duda el saber escuchar. Sin embargo cuan difícil nos resulta saber escuchar.
Tanto el hablar como el escuchar, están relacionados con el verbo y por tanto con el elemento fuego. Cuando este elemento de nuestra energía vital está en desarmonía, nuestras palabras pueden ser duras y altisonantes, también pueden contener ironía, desprecio, e incluso violencia. Es decir, este elemento mal canalizado puede quemar en unos instantes los frondosos bosques del amor o de la amistad.
No saber escuchar, generalmente nos lleva a escucharnos solo a nosotros mismos. Esto en principio nos aisla de los demás o nos une a los demás en los improductivos lazos del murmullo y el chismorreo. Pero lo que resulta realmente distorsionante de no saber escuchar, es que al final, dejamos de escuchar la melodía íntima y secreta de nuestra propia vida.
Y palpiti y palpiti y sentir.
En este vídeo Pavarotti nos da un lección magistral de vibración, canalización de la energía, y concentración de la atención.
Sabemos que técnicamente Pavarotti fue bastante autodidacta y eso se nota en la atención "desdoblada" que mantiene mientras canta. Se nota como se escucha a sí mismo y al mismo tiempo escucha con cierta timidez a la orquesta. En esa atención "desdoblada" Pavarottí termina dirigiendo con bastante armonía el tempo y el ritmo de la canción.
Pero cuando llega al minuto 4´ nos entrega la clave final: Morir de amor.. o morir a través del amor ... o pudiéramos decir, morir usando el amor o la energía del amor... pues todo lo que muere nace.
Así pues, el elemento fuego se expresa en nuestro verbo, en nuestras palabras. Y estas pueden ser dulces, suaves y melodiosas, aunque estén llenas de intensidad y potencia y también pueden estar llenas de silencios maravillosos. Silencios en los que podemos llegar a escuchar y sentir todo aquello que nos rodea, hasta en su más íntimos y perturbadores detalles.
Y palpiti y paltipi y sentir.