miércoles, 20 de octubre de 2010

La tierra de los lobos

Bueno, al hilo de la brillante interpretación de Elisabeth Leonskaja, vamos a repasar un poco de geografía:

Wiki: Georgia,es un país situado en el límite entre Europa y Asia localizado en la costa del mar Negro, al sur del Cáucaso. Antigua república de la desaparecida Unión Soviética, comparte fronteras con Rusia al norte, y con Turquía, Armenia y Azerbaiyán al sur. Su ciudad capital es Tiflis.

En la antigüedad a los habitantes del este de Georgia se les llamaba iberios, por el reino caucásico de Iberia, lo cual confundía a los geógrafos antiguos, quienes pensaban que este nombre se aplicaba sólo a los habitantes de la península Ibérica; la costa colonizada por los griegos era la célebre Cólquida en el oeste de Georgia.

Gorj, la denominación persa para los georgianos, es también la raíz para la palabra turca Gürcü. El nombre del país es Gorjestan en persa, Gürcistan en turco, y Gruzya (גרוזיה) en hebreo. El nombre persa corresponde probablemente al lobo (gorg), el antiguo culto de los antiguos caucásicos, de ahí Gorjestán, ‘la tierra de los lobos’.



EL programa que eligió la Leonskaja resultaba sorprendente e incomprensible de antemano: Dos sonatas de Beethoven, la nº30 y la nº31 y un segundo tiempo con Estudios sinfónicos de Schumann op.13. Al final cambió la sonata nº31 por la nº32.

Beethoven compuso estas sonatas en el final de su vida. Cuando se estrenaron nadie las entendió e incluso se llegó a decir que el "viejo maestro" se había vuelto loco. Hubo intérpretes de renombrada fama que se negaron a tocarlas porque según decian no solo no entendian esa música, sino que además eran absurdamente difíciles. En fin, la explicación no resulta sencilla.

Por ejemplo, Leonskaja dijo durante el concierto con una voz apenas audible que ella tenía un feeling especial con Schubert, y de echo el bis maravilloso que tocó fue de Schubert (creemos). Sin embargo y a pesar de Schuman y Schubert su alma tocó a Beethoven, o más bien dijéramos extrajo a Beethoven con sus manos del sólido, sonoro y vibrante piano. Y lo extrajo a veces con pereza, a veces con intimidad turbadora... y otras veces sencillamente se marchó no sabemos dónde y quedó únicamente la música del viejo maestro inundando nuestros torpes y embotados sentidos de la pureza y la fuerza creadoras de sus últimas sonatas.

Porque el problema es ese precisamente, que sus últimas obras no estan escritas para la mente convencional, ni para las emociones acostumbradas, ni para ninguna escuela de música. Son un acto libre de creación y por tanto muchas veces incomprensible. Es una música que requiere toda nuestra atención y además confianza plena en Beethoven, confianza a pesar de que lo que oigamos al principio no nos guste, a pesar de que no lo entendamos; confianza, atención, comprension y generosidad. Casi nada..... A cambio. A cambio el viejo maestro nos sacude los temores y nos demuestra que no se pueden poner corsets al creador; que la creación execede a lo humanamente concebible, que somos diminutos, incluso él, frente a la "fuente". Que aun así nuestra misión es tratar de comprender, luchar por comprender, y nos muestra la belleza a veces exótica, a veces conmovedora, que va surgiendo en esa búsqueda.

Y así surgen las últimas sonatas de Beethoven o la novena Sinfonía o la Misa en Re, o los famosos cuartetos para cuerda.

Leonskaja dijo con voz apenas audible que ella tenía un feeling especial con Schubert. No la crean, a ella le encanta pasar desapercibida (todo un reto para una artista), le gustaría tocar siempre en la intimidad de gente muy selecta, pero gente selecta del clan de los que entienden, o de los que escuchan o de los que comparten. No la crean en serio. Tiene una técnica perfecta y una sensibilidad especial, y borda las piezas de Schumann, de Chopin y de Schubert. Pero ella nació en la tierra de lobos y en las noches de luna llena, cuando desdobla sus sentidos y extrae la energía dormida de las piezas de su piano, lo que suena...... es la música de Beethoven.



Bueno, pongo un concierto para piano y orquesta de Beethoven y el nocturno nº2 de Chopin. Son obras más amenas, más "sencillas" e igualmente bellas.